Bronquitis aguda *(Revisión 2007)


DIAGNÓSTICO

El diagnóstico en la mayoría de los casos es clínico y no es necesario realizar pruebas complementarias radiológicas o de laboratorio. La bronquitis aguda frecuentemente está precedida o acompañada de una infección de la vía aérea alta en la que se produce coriza y dolor faríngeo (7). La adherencia del(os) germen(es) al epitelio traqueobronquial se caracteriza clínicamente por la presencia de síntomas de aparición variable entre los que se incluyen fiebre, malestar general y mialgias de duración ente 1y5 días, seguida de una segunda fase más prolongada en la que el paciente refiere tos persistente a menudo acompañada de expectoración (6). La tos es el síntoma más común, suele iniciarse en las primeras 48 horas de la infección, habitualmente desaparece entre 1y3 semanas y puede también acompañarse de dolor retroesternal y de disnea (1).

La auscultación pulmonar puede ser normal aunque puede advertir la presencia de crepitantes, roncus o sibilantes. Generalmente la realización de un hemograma añade escasa información a la obtenida con la historia clínica y la exploración física y de hacerse suele hallarse inicialmente un recuento leucocitario normal o ligeramente elevado (7). En la infección por el virus gripal es típico advertir al segundo o tercer día leucopenia con linfopenia y en la infección debida a Bordetella pertussis es común hallar un recuento leucocitario elevado con linfocitosis. La radiografía de tórax es normal o simplemente permite evidenciar un engrosamiento de las paredes bronquiales por edema de la mucosa o hipersecreción bronquial (2).

El diagnóstico de la bronquitis aguda requiere excluir resfriado común, agudización del asma bronquial, exacerbación de la EPOC y neumonía (2). El resfriado común es una infección de la vía aérea alta que cursa con estornudo, rinorrea, odinofagia y tos, ocasionalmente acompañada de fiebre y mialgias, lo que hace difícil la diferenciación con la bronquitis aguda ya que ambas presentan síntomas clínicos comunes (2).

Las pruebas de función respiratoria incluyendo la espirometría, no se utilizan de forma rutinaria en el diagnóstico pero deberán de llevarse acabo si se sospecha EPOC o ante episodios repetidos de bronquitis aguda. En este sentido se ha referido la existencia de obstrucción bronquial e hiperreactividad bronquial transitoria en un 40% de sujetos con vía aérea normal que generalmente se resuelven dentro de las primeras 2-3 semanas de la infección pero en los enfermos con dos o más episodios de bronquitis aguda durante los últimos cinco años se ha comprobado una mayor incidencia de asma bronquial no diagnosticada (1, 8).

El diagnóstico diferencial con neumonía se hace particularmente importante debido a la elevada mortalidad de esta última si no se trata adecuadamente con antibioterapia. Estudios prospectivos basados en criterios clínicos han concluido que la ausencia de los siguientes hallazgos reducen significativamente la probabilidad de neumonía: 1) frecuencia cardiaca mayor de 100 latidos por minuto, 2) frecuencia respiratoria superior a 24 respiraciones por minuto 3) hipertermia superior a 38 grados centígrados 4) auscultación pulmonar con hallazgos de consolidación focal. Los mencionados datos tienen una aplicación limitada en los ancianos ya que con más frecuencia presentan manifestaciones atípicas de neumonía . De los criterios anteriores se excluye la presencia de esputo con aspecto purulento ya que no permite distinguir con exactitud entre neumonía bacteriana e infección vírica (si bien en la infección viral el volumen de la expectoración suele ser menor) ni se han establecido marcadores séricos con la suficiente sensibilidad o especificidad que permitan confirmar el diagnóstico de neumonía (2, 6).

El diagnóstico de confirmación se lleva a cabo mediante la identificación de los gérmenes en las secreciones respiratorias mediante diversas técnicas entre las que se incluyen cultivo celular, reacción en cadena de la polimerasa (PCR), inmunoabsorción ligada a enzimas o inmunofluorescencia, o por medio de serología en suero (9). Sin embargo ni los mencionados test de laboratorio ni la tinción de Gram o el cultivo bacteriano de esputo deben de ser realizados de forma rutinaria ya que el microorganismo responsable no será identificado en la mayoría de los casos y su utilidad como guía para dirigir el tratamiento resulta cuestionable (1,2).

El cultivo de gérmenes y especialmente la serología en la que debe de comprobarse una cuadriplicación del titulo de anticuerpos entre la fase aguda y convaleciente de la enfermedad, precisan de un tiempo excesivamente largo para obtener el diagnóstico en una patología que frecuentemente se autolimita en pocos días y las técnicas que permiten un diagnóstico etiológico más rápido en casos como el virus de la gripe, han mostrado una sensibilidad similar al diagnóstico basado exclusivamente en criterios clínicos durante epidemias (9) . En este sentido la conclusión de algunos estudios es que no se ha demostrado mayor utilidad del diagnóstico microbiológico en el manejo de los pacientes con bronquitis aguda no complicada, excepto ante la sospecha de infección debida a pertussis. Esta enfermedad puede afectar a adultos previamente inmunizados debido a una pérdida gradual de la protección ocasionando tos persistente generalmente paroxística con o sin estridor inspiratorio y vómito (6,9). 

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